Revista del 50 Aniversario del IES luis de Morales
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Escrito por en . Publicado en 50 Aniversario.
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En este artículo podéis leer el discurso de Antonio Muriel, como profesor mas antiguo del centro, en el acto institucional por el 50 aniversario del IES Luis de Morales.
Antonio habla de muchas cosas que nuestro alumnado no conoce y tampoco nuestros compañeros mas jóvenes, por eso he enlazado muchas de las referencias que hace a la información o evento a que se refiere.
La intervención mas divertida y aplaudida de la noche, espero que os guste. (JP)
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Discurso de Antonio Muriel Bernal en el acto institucional
por el 50 aniversario del IES Luis de Morales.
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Buenas tardes. Gracias por estar aquí y BIENVENIDOS, los amigos del «Luis de Morales».
Cincuenta años no son nada, un instante del tiempo cósmico, un suspiro del tiempo geológico. En cincuenta años el movimiento de las placas tectónicas nos ha alejado de América un metro aproximadamente. En cincuenta años las encinas centenarias de la dehesa han crecido muy poquito, por eso hay que mimarlas tanto.
Aunque si empleamos nuestra personal escala de tiempo, cincuenta son muchos años: más de dieciséis trienios de un funcionario, cincuenta Días de la Luz en el Sistema Métrico Arroyano. En 1968, a orillas del Pontones, empezaba a caminar el que hoy es IES «Luis de Morales», y por eso hoy estamos aquí.
Ese año Massiel ganaba Eurovisión con el La-La-La, Raphael cantaba Mi gran noche y algunos grupos como Los Brincos, Los Pekenikes o Los Canarios querían parecerse a Los Beatles. Con la música aprendimos nuestras primeras palabras en inglés, los discos de vinilo eran Singles o Long Plays y llegaban a nuestras manos con Fundador que está como nunca. Una caña valía tres pesetas, las familias numerosas se empaquetaban en un 600 o en un 124 para ir al campo o la playa. Los hombres hacían dos años de mili. Las mujeres no podían votar y los hombres tampoco; aún estábamos bajo la dictadura franquista, aunque eso todavía no lo sabíamos. Mientras, en París estallaba una revuelta estudiantil que marcó una época. Los jóvenes se entretenían en los billares y futbolines. En los cines echaban dos películas en sesión continua, eso sí, primero había que tragarse el NO-DO. Cómo está el servicio, Sor Ye-Ye, las pelis de Cantinflas y las de Manolo Escobar. En ese año se estrenaron dos películas que fueron un hito en la ciencia-ficción: 2001 odisea del espacio y El planeta de los simios.
En algunas casas se compraron las primeras televisiones, en blanco y negro; Superagente 86 y su zapatófono, Los invasores, un delfín que se llamaba Flipper. El concurso más popular era Un millón para el mejor (1 millón de pesetas era entonces una cantidad astronómica). Hasta 1 año más tarde no llegarían los astronautas a la Luna. Los niños se iban a la cama cuando salía la Familia Telerín: Cleo, Teté , Maripí, Pelusín, Colitas y Cuquín.
En estos cincuenta años el insti, la enseñanza, ha sobrevivido a las siglas, al bachillerato con reválidas y al PREU. Luego vendría el COU, la EGB y el BUP, y por fin llegó la ESO. Las leyes de educación fueron pasando (LOE, LOGSE, LOMCE), normalmente sin contar mucho con los que estaban a pie de aula.
Cambia, todo cambia (menos el tren, claro): pizarra y tiza -a palo seco- enciclopedias, atlas, mapas enrollables, escuadra y cartabón. Lo más parecido a un electrodoméstico que había en la sala de profes era un piporro, un botijo arroyano que mantenía el agua fresquita. De repente comenzaron a llegar los cacharritos: tocadiscos , proyectores de 16 mm o de filminas, los casetes… Todo se iba quedando obsoleto con la aparición de nuevos ingenios: la fotocopiadora – que sustituye al ciclostil-, los vídeos Beta y VHS, los CD y los DVD. Los ordenadores entran en acción, mamotretos lentos e incomprensibles, que poco a poco fueron haciéndose un hueco en nuestras vidas. Y por último las pizarras digitales, el Google y Rayuela. A golpe de clic podemos ver imágenes de satélite inimaginables hace unos años,, el pronóstico del tiempo, un terremoto en Japón. Wikipedia, el libro de Petete digital, nos resuelve dudas al instante, ahí está. Aunque la revolución digital cambió radicalmente la enseñanza, no debemos olvidar que sin esfuerzo, sin entrenar la memoria, no aprendemos nada. A pesar de la sobredosis de imágenes que nos nublan la capacidad de comprensión, nada puede compararse a un paseo por la dehesa, por la ribera del Pontones, por la sierra de san Pedro en Aliseda o por los Barruecos de Malpartida.
Cambia, todo cambia. Quizá uno de los cambios más destacable en estos años es el de las mujeres, que antes abandonaban los estudios y ahora se dedican a trabajar en la docencia, en salud… Mujeres científicas, ingenieras, filólogas, abogadas, veterinarias, agricultoras, emprendedoras… que rompen techos de cristal y mueven el mundo. Pero aún tiene mucho que llover, tiene que llover a cántaros, porque hoy como ayer sigue siendo tiempo de vivir, de soñar y de creer (con permiso de Pablo Guerrero).
Somos lo que soñamos, el «Luis de Morales» es como una caja de sueños. En el insti es donde empezamos a imaginar la respuesta a la pregunta que nos persigue desde niños: Y tú, de mayor, ¿qué quieres ser, más allá de futbolista, youtuber o concursante de GH? Es posible que en los años escolares nos hayamos dejado contagiar por la curiosidad científica, que hayamos descubierto el placer de la lectura o de las humanidades, es decir, la utilidad de lo que resulta, aparentemente, inútil o la capacidad de sorprendernos ante la belleza del mundo. Porque, de alguna manera, somos lo que escuchamos, las historias que nos han marcado, los libros que hemos leído, la música que nos estremece, los paisajes a los que nos asomamos, los sabores y aromas que nos cautivan, la piel que acariciamos. Los placeres simples que dan sentido a la vida, que no tienen precio, ni se venden por Amazon.
Somos lo que recordamos, «La vida no es la que vivimos, sino como la recordamos para contarla», que decía Gabriel García Márquez. Y recordamos, sobre todo las cosas que más nos emocionan. Todos atesoramos en nuestro particular baúl de los recuerdos los sonidos del «Luis de Morales«, la BSO del centro, los bostezos y susurros de las primeras horas, el bullicio de los recreos, el éxtasis incontrolable cuando suena el timbre de los viernes y el centro se desaloja a una velocidad que se aproxima a la de la luz. Los motes, las coletillas de cada profe, la antología del disparate que guardamos en nuestra mente cada uno. Y también la red de afectos que nos arroparon durante esos años y que forman parte de lo que cada uno somos. Algunos ya no están, pero su cariño sigue estando con nosotros. Porque seguramente hemos olvidado cómo se resolvían las ecuaciones de segundo grado, la tabla periódica, quién era Garcilaso o las guerras del siglo XIX.
Pero recordaremos con cariño el Día del Centro (en la dehesa, en Aliseda o en Valdesalor), el Teatro, el Coro del insti, el Carnaval, los vídeos musicales, las competiciones deportivas, el baile o la danza, el ajedrez. Y, por supuesto, los días en que fuimos a plantar árboles a la dehesa, las exposiciones de pintura o fotografía, las revistas Alfar o La Grajuela, el concurso del periódico HOY, san Valentín o Halloween.
Nuestro centro ha sido siempre muy viajero. Lo siento, pero solo puedo hablar de los treinta años que conozco (treinta Días de la Luz en el S.M.A.). El barco del «Luis de Morales» ha navegado mucho por aguas lejanas: los Pueblos Abandonados (Granadilla o Umbralejo), las Rutas Literarias, el festival de Teatro de Mérida, Monfragüe o Madrid. Y las rutas a pie o en bici por la Calzada romana Vía de la Plata, de Mérida a Cáparra; la Ruta de la Lana, de Arroyo a Portugal por Alcántara o el viaje a los Picos de Europa que hacemos cada otoño desde hace ya veintiún años.
Ya en el siglo XXI comenzaron los proyectos, TAPAS y MIN-E-MAX, con Alemania, Italia, Hungría, Lituania y las Azores, y se hicieron intercambios con otros centros, y nuestros alumnos conocieron Oberderdingen, Padua, Budapest, la isla de San Miguel, Vilnius… y llegaron a lugares que ni siquiera sabíamos situar en el mapa. El proyecto MARKUS, con Polonia y Portugal y el proyecto ARCE, con Gijón y Madrid. Los alumnos de estos rincones nos visitaban y la dehesa se inundó de húngaros o lituanos, y todos se iban encantados con la hospitalidad de nuestras familias. No olvidamos, en este periplo, los intercambios con Francia.
Y por último, tengo que mencionar el Viaje de Estudios (antes en 3º de BUP, ahora en 1º de Bachillerato), viaje iniciático donde los haya, con el que sueñan nada más entrar por la puerta del insti: Marruecos, Italia, y el «clásico» París-Brujas-Bruselas-Amsterdam, con sus variantes a Luxemburgo, Colonia o Londres. Con la expedición que hoy ha partido, van ya 23 ediciones de este itinerario, el que hicieron sus hermanos mayores o sus padres. Cada uno tiene su propio álbum de la memoria.
Todo pasa y todo queda, y ahí está, ahí está, viendo pasar el tiempo el «Luis de Morales». Somos lo que soñamos, somos lo que recordamos. Felices sueños y felices recuerdos para todos. Muchas gracias.
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Con motivo del 50 aniversario de nuestro centro se han realizado difrentes concursos y estos son los ganadores. Pulsa sobre la imagen para ver mas fotos.
Campeonato de Fútbol:
Víctor Moreno (3º ESO A)
Darío Hisado (3º ESO A)
Abel Cambero (3º ESO A)
Alejandro Castaño (3º ESO A)
Brian Palacín (3º ESO A)
Concurso «Adivina quién soy»:
Se entregan dos primeros premios por empate en aciertos.
Marta de la Concepción (4º ESO B)
Mª. José Pérez (1º Bachillerato B)
Concurso Fotografía:
Primer premio: Sheila Liberal (2º ESO A)
Segundo Premio: Hugo Villacañas (3º ESO A)
Concurso Dibujo:
Primer premio: Raquel Carretero (3º ESO A)
Segundo Premio: Eva de la Llave (3º ESO B)
Imagen procedente de Pixabay.
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Artículo escrito por Máximo Salomón Román “El Trovador de Arroyo de la Luz” en el blog Arroyo de la Luz Paisajes y Fiestas el 17 de diciembre de 2018. Pulsa sobre el enlace para leer el artículo original y ver las fotos.
“Hace falta que algo cambie para que todo siga igual”. Esta es la paradoja que exponía Tomaso de Lampedusa (1896-1957) en su novela “El gatopardo”. Traigo dicha cita a colación con la intención de contradecirla, hoy más que nunca, cuando se cumplen las “Bodas de oro” de nuestro instituto. Y es que fue preciso que algo cambiara para que ya nada fuera igual. A Arroyo de la Luz se le concedía un instituto. Ello marcaría un antes y un después en la sociedad arroyana y, me atrevería a decir, que en la de los pueblos vecinos.
…Y aconteció que, llegado el mes de octubre de 1968, ese año grabado en la historia estudiantil por el famoso “mayo francés”, se inauguró el instituto, que fue, en realidad, un anexo más, esto es, una prolongación a 20 kilómetros de distancia del Instituto el Brocense de Cáceres, ya que comenzaba a funcionar como Sección Delegada. Atrás quedaba en el tiempo aquella tarde soleada del mes de febrero del año 1966 en la que todos los escolares, adultos y fuerzas vivas del momento nos dimos cita en las inmediaciones del Río Pontones para ser testigos de la colocación de la primera piedra. Ahí quedan para el recuerdo las imágenes en blanco y negro que lo acreditan.
Se abrieron las puertas del flamante edificio que comenzó a funcionar, creo, con cuatro primeros cursos, tres de chicos y uno de chicas. La separación por sexos era una de las consecuencias, aún vigentes, del llamado “nacional catolicismo”. Las niñas ocupaban la zona más próxima al río y los varones las aulas opuestas. También, cursaban segundo de bachillerato otro grupo de alumnos (creo que por el número de matrícula funcionaron de forma mixta) que habían preparado su primer curso, con notable éxito, con nuestro entrañable don Juan Ramos. Aunque deseo reflejar bastantes nombres de alumnos y de profesores, no pretendo que al lector le resulte tediosa la lectura sino, más bien, enriquecedora. Posteriormente, es de justicia que aparezcan los profesores, toda vez que fueron actores de nuestra educación. No deseo repetirme en lo ya expuesto en otro artículo sobre nuestro instituto (ver “Del Brocense al Luis de Morales) aunque, inevitablemente, haré alusión a algún punto.
Ese curso 1968-1969 contó con alumnos y alumnas, ya en segundo, tales como Emilio Durán(q.e.p.d), Luisa Parra, José Luis Solano, Víctora Higuero, José Luis Lozano, Julio(rubio), Francisco Giraldo, Pepi Carrero(q.e.p.d.),Marcelo Domínguez, Francisco Lozano, Mariluz Bernal….También, de los pueblos vecinos se incorporaba alumnado, tales como Godoy o Cabezalí que procedían de Aliseda, o Nacha y Diego Millán que lo hacían de Malpartida. La estación de ferrocarril de Arroyo- Malpartida aportaría en estos años un notable número de alumnos.
En cuanto a los alumnos que se iniciaban en el primer curso los había de diferentes edades, desde los diez a los trece años. Nombres como Jesús García, Félix Bernal (q.e.p.d.), Julio Castaño, Germán Moreno, Lorenzo Morato, José Chaves, Fernando Cáscales, Domingo Ramos, Lorenzo Pérez, Julio Salomón, Patricio Morejón, Felipe Holgado Morejón, Ángel Delgado, Juan Lucio Ramos, Luis Santano, Jesús Iglesias, Olegario, Daniel González… o féminas como Martina Carrero, Ángela Panadero, Benita Manchado, Ángela Pallero, Julia Pascasio, Martina Salgado, Maricarmen Rodríguez. Además de todos estos arroyanos, un número considerable de foráneos venía a engrosar las exitosas listas que todo lo novedoso conlleva. Así, de Navas del Madroño llegaron Joaquín, Bruno, Antonio Flores y Paco Macías; de Aliseda, Paco Bejarano, Pepe, Jesús Madera; de la Estación, Teresa Canelo, Fco. Javier Manzano, Eugenio Jiménez Talavera, Juan Carlos Maya Montero, Emilio Morato Naharro, o Manuel Martín Montero, entre otros.
Puesto que el instituto era una Sección Delegada, a todos los efectos el Director era el de Brocense. Para nuestro centro se nombraba un Jefe de Estudios adjunto. Así, la primera designación recayó en Angelines Fuertes, especialista en ciencias químicas. Impartiría Ciencias de la Naturaleza, al igual que Mercedes. El idioma que se ofrecía, entonces, era el Francés. Maria de la Luz López, hija de un maestro de muchos de nosotros era la encargada de impartir la lengua de Víctor Hugo. María Jesús, Antonio Muñoz (profesor de matemáticas) y Abelardo Ibáñez ( sensacional impartiendo dibujo) quien te hacía dibujar desde tu propia mano hasta cualquier objeto que encontrara, ya fuera una guitarra o un alacrán en alcohol. Enrique García Carrasco era el profesor de Geografía e Historia. La asignatura de Valores, entonces Formación del Espíritu Nacional era competencia de una de las mejores personas que he conocido: Luis Martínez Sierra. La Educación Física (vulgarmente la llamábamos “gimnasia”) corría a cargo de don Joaquín Plata a quien veíamos llegar cada tarde a las cuatro y media con su seiscientos. Y la Religión, era cosa de don José Cordovés (con “V”), el cura de san Antón. Fue el, el verdadero artífice y alma de nuestro instituto al que defendió tanto a la hora de su construcción como en momentos difíciles, circunstancias que relato en otro artículo. No en vano, escribió al propio Muñoz Grande para ello, tal y como en cierta ocasión me relató Tirso, otro profesor de nuestra época.
En el curso siguiente llegó la desbandada, esto es, el abandono por parte de muchos alumnos, consecuencia de la criba del momento y la posterior selección de aquellos que realmente estaban en disposición de estudiar. Alumnos de la segunda promoción son Guillermo Collado, Juan José Higuero, Emeterio Molano, Domingo Lumbreras, Pepe Terrón, Hortensia Braganza, Isabel Collado, Toñi Olgado, Cipri Terrón, Maribel Plata, Vicenta (Membrío)Inés Mendo, María del Carmen Bañegil…, además de foráneos de los pueblos vecinos, tales como María Isabel Plata de la Estación, Picado y Felipe de Aliseda o Pedro Manuel Castela, de Malpartida.
Y llegamos los de la “tercera promoción”. Comenzábamos un nivel (1º) que se cursaría por última vez. Era el ejercicio 1970-1971, precisamente el último curso que se estudiaba el famoso PREU(preuniversitario), ya que al año siguiente sería sustituido por el COU. Conforme avanzábamos cada año, ese curso iba desapareciendo, así en cuatro años, el Bachillerato Elemental pasaba a ser historia. Habría incorporaciones desde la antigua Primaria a 3º de Bachiller Elemental, a fin de reengancharse a estudios superiores. Era don Antonio Muñoz el Delegado-Jefe de Estudios a partir de ese curso e impartía Matemáticas a las chicas. Los varones recibíamos esa materia por parte de Miguel, un mallorquín penene, Abelardo seguía con su magistral clase de dibujo (incluso de manualidades), Remedio impartía Lengua, Concha Matas, Francés…el resto del profesorado no había variado. Chicas como Pupe Rodríguez, Mamen Plata, Obdulia, Rosa, Loli Olgado, Josefina Gutiérrez, Luisa Aparicio, Choni Marín, Isabel Márquez , Fermina Tejero ( de Membrío) Delia y Esther Martín Cabezalí ( de Aliseda), entre otras, a buen seguro que los recuerdan. Entre los chicos, mi entrañable amigo José Collado(Risi, q.e.p.d.), Santos Salomón, José L. Bermejo, Lucio Fondón, Felix J. Lucas, Eulalio Molano, Gervasio, José L. Cabeza, Pablo Terrón, Lázaro Santano, Manuel Ruano, Jesús María Ferrero,Luis Parra…., de Arroyo, Juan Manuel Galán de Navas, Juan Carlos y Luis Manuel de Aliseda, Vicente Gómez y Migui de la Estación, Felipe, Juan Carpa y Paco González de Malpartida, veníamos a completar la lista de alumnos, siempre separados por sexos.
Aquellos alumnos que suspendían tres asignaturas sufrían las consecuencias de tener que retornar a la escuela para acabar la Primaria, toda vez que el curso se iba eliminando.
El año de segundo seguía don Antonio Muñoz de Delegado-Jefe de Estudios (nosotros le teníamos como el Director) y se incorporó profesorado nuevo. Así, Marcelino en Matemáticas, Maribel (Bele) en Lengua, Manuel Navareño en E. Física o Félix Candela en Ciencias Naturales. Este último profesor nos llevaba al castillo y nos mostraba los huesos del cuerpo humano a partir de algún esqueleto yacente en aquellos nichos que estaban abiertos, tal y como relato en el otro artículo ya mencionado.
Pero a aquellos alumnos que se habían incorporado directamente al segundo curso en el momento de la inauguración se les planteaba un problema. La Sección Delegada arroyana se había programado para estudiar Bachiller Elemental por cuanto ellos habían finalizado en la misma y suponía marcharse a Cáceres para realizar el Bachiller Superior. Pero ahí estaba don José, el cura y profesor de Religión que, una vez más y no sería la última, movía ficha ante las autoridades. Y en Arroyo, que ya se perseguía independizar el instituto, se permitió cursar el Bachiller Superior. Así, la primera promoción de cuarto, tras realizar la reválida (primeramente sería obligatoria y luego, voluntaria) accedió a quinto de bachiller. El instituto crecía por arriba, pero se iban eliminando cursos por abajo. Los que promocionamos a 3º vimos como desaparecía 2º (consecuencia de la Ley de E.G.B. de Villar Palasí). En este curso sería don Enrique García Carrasco el Delegado-Jefe de Estudios. Se incorpora nuevo profesorado. Así, César para Lengua y Literatura, Tirso Moreno para Física y Química, Miguel Delgado en Matemáticas, José Fragoso en Educación Física o Manuel Iglesias Oreiro( el gallego que decía “ la sopa coce”), para Francés. Dos anécdotas de esta época fueron, de un lado, el nerviosismo que manifestaba los alumnos con los exámenes de Física y Química de Tirso (algunos como Jesús Mª Ferrero se cruzaban los dedos, rezando); la otra está relacionada con el fatídico accidente de Aliseda por san Juan. César González, el profesor de Literatura se enteró de la noticia y mal informado de alguno de las víctimas, alumnos del instituto, marchó a Aliseda. La sorpresa fue que alguien, al que se incluía entre los fallecidos, se lo encontró caminando por la calle. Se bajó del coche y le dio un fuerte abrazo. Así me lo relataron.
Y promocionamos a cuarto curso el año que en Arroyo se cursaba por primera vez COU. Se incorporaban nuevos profesores; así, Javier, un mallorquín que impartía Latín o Maribel con su Historia y Griego. Durante este curso y el siguiente (últimos en la dependencia del Brocense) se haría cargo de la Delegación-Jefatura de Estudios César González. Seguíamos separados los chicos de las chicas, al menos en nuestra promoción, aunque, también sería el último año. Nuevos alumnos se incorporaban. Así, Cándido Moriche, Fernando Clemente, Vicente Tato…Era el curso en el que se comenzaba a tener algún éxito deportivo, como en el caso de Luis Marchena que obtendría una medalla en el Campeonato de Campo a través celebrado en Casar de Cáceres; también, en voleibol; y algún premio de redacción del concurso que promocionaba la firma Coca-Cola. Las fiestas en el gimnasio y las exhibiciones con aviones que nos hacía Javier Collado (el amigo de Pérez Reverte), todo ello con motivo de la festividad de Santo Tomás de Aquino, quedaron siempre grabados en nuestra historia personal.
Un año después, el Bachiller Elemental era historia. Mi promoción accedía al Bachiller Superior y en Arroyo se luchaba por tener un instituto independiente de la capital, algo ansiado desde tiempo. Aún seguiríamos dependiendo de Cáceres un curso más. Poco varió el profesorado pero se incorporaron algunos alumnos tales como Vicenta Anduro (Membrío), Juana Mª(Aliseda), Mª del Carmen Manzano (Malpartida)el Capi Leonardo (Navas), Paco Acedo y José María (Brozas), Ángel Luis Millán . La ratio del instituto había descendido tanto que se plantearon convertirlo en escuela. Ahí estuvieron el presidente de la Asociación de Padres, don Santos Salomón y , de nuevo, don José Cordovés para dar el do de pecho ante las altas instancias. La implantación del BUP ayudaría a mantener el Centro.
Y llegó sexto curso. Y se consiguió el objetivo. Así, el primer día de nuestra feria, el 12 de septiembre de 1975, la Sección Delegada gozaba de autonomía propia y se convertía en el Instituto. Y, por primera vez, se nombraba un Director que, como anécdota, tardó unos cuantos días en llegar. La nominación recayó en Juan Castell Quiles. Asumía la Jefatura Tirso y la Secretaría César. Castell impartía Literatura en sexto curso y Lengua en Cou. ´Manuel iglesias, el de Francés que impartía, además, Filosofía y de forma magistral. Incluso te prestaba libros para que te engancharas (Luis Santano puede dar buena fe de ello)
De otro lado, en este curso se implantó el BUP que daba continuidad a la ley de EGB. Por cierto, la tercera planta del edificio albergaba, de forma provisional, el ciclo superior de la EGB (6º,7º y 8º) toda vez que estaba en construcción el Centro del Cerro de los Ángeles. Algún profesor nuevo se incorporó. Recuerdo a Mariano y a José A. Clemente. Ese año celebrábamos por primera vez el Día del Árbol, el 21 de marzo. Visitamos la dehesa arroyana y el entorno de la ermita. También, comenzamos con las ligas de Fútbol-Sala que arbitraba Mariano. Y había que poner nombre al Instituto. El de la Patrona ya estaba en Primaria. Castell propuso el de Fray Luis de Granada como alternativa al de Divino Morales, la otra opción. Y ,puesto que enfrente existía un hostal con ese nombre y una plaza, también lo ostentaba, se eligió el nombre de pila del pintor pacense: “Luis de Morales”. Hermosas eran las canciones con las que nos deleitaba Hortensia (Holeta) en los días previos a la Navidad con su guitarra, o la imitación que el liseño Picado hacía del cineasta Alfonso Sánchez. Los chicos del BUP montaban su particular teatrillo (Maxi Pelín, Lucio Carbonilla, Javier Lozano…). Aquel año, muchos nos presentábamos a la reválida de sexto, aunque ya no era obligatoria.
En el ejercicio siguiente desaparecía sexto y se implantaba un segundo año el BUP. Seguía Castell de Director y los de mi promoción alcanzábamos el COU del plan de Bachillerato. Se incorporaba algún profesor nuevo, como en el caso de Maribel (Bele, q.e.p.d.) que retornaba después de cinco años para darnos Francés. Algunos alumnos repetirían algunas asignaturas al curso siguiente, ya que el BUP se alargaba un año con respecto al Bachiller Superior y aún no eran engullidos. Era el último curso de orientación del antiguo plan de estudios.
No quisiera obviar a dos personas que siempre estarán presente en la mente de los que pasamos por el Luis de Morales. De una parte, Eloísa Moreno, del sector de la limpieza Esta mujer mandaba más con el palo de su escoba que todo el profesorado junto. Nos tenía siempre en vilo, incluso más que cualquiera de los bedeles que se sucedieron en esos años. En segundo lugar, la referencia es José Antonio Calderón, administrativo y enorme, tanto en lo físico como en el corazón. Muchas eran las ocasiones en las que nos preguntábamos como una persona tan grande podía caber en aquel seiscientos.
Fueron pasando los años, las décadas, el tiempo…Y a Castell le sucedieron directores y directoras como Jacinto Pérez, Antonio Muñoz o Belén Martín. Otros fueron, Sofía Santos Mayordomo, Eduardo, Jesús Galavís, Amparo Vega, Paula Cancho o Juan A. Cáceres. Cerraría el siglo XX, Elías Sánchez. Entrado el siglo XXI sería Joaquín Paredes el encargado de dirigir durante una década, aproximadamente, a nuestro centro, para dar paso a Enrique Pérez.
Muchos fueron, y son, los profesores que en estos cincuenta años impartieron enseñanza en el instituto arroyano. A los ya mencionados podríamos añadir una lista casi interminable. En nombre de todos y cada uno de ellos quisiera recordar a algunos que conocí personalmente, o bien, por referencia de mis alumnos particulares. Tal es el caso de Paco (químico), Pepi Canal, Fernando Claros, Serafín, Felipe, Eusquiza, Javier Muriel, Concha (Física y Química) o el incombustible y buenazo de Antonio Muriel (Geología). Con la ESO, compañeros de profesión y magníficos profesionales como Pilar Castanedo, Pepe Fragoso o Justo Cardador.
En los años ochenta y noventa, tanto a nivel particular como en el colegio público, tuve la oportunidad de dar clases a muchos de los alumnos que, más tarde, formarían parte de los discentes de nuestro instituto. Y disfruté enseñando matemáticas, física o química a excepcionales arroyanos y, tal vez, a la mejor promoción de toda mi carrera profesional. Nombres como Rafael Leal, Carolina Sanguino, Javier Santano, Enrique Robledo, Justo Padilla, Victoria Clemente, María José Collado, Sergio Durán, Julio de Sande o Daniel Álvarez, son algunos de los muchísimos alumnos que pasaron por mí y que , a buen seguro, dejaron muy alto el Luis de Morales.
Y los tiempos cambiaron. Y con ellos, los proyectos, los planes de estudios (¡hasta el color de la fachada del centro que pasó de rojo a blanco!); se amplió el instituto con la incorporación de los terrenos del antiguo cuartel de la Guardia Civil y se hicieron usuales las excursiones al extranjero en la época de Semana Santa y las cantinas de san Pedrino que sufragaban, en gran medida, los gastos de aquellas. Nuestro instituto dio profesionales excelentes desde médicos, enfermeras y enfermeros, maestros, arquitectos, ingenieros, escritores, cronistas, historiadores, militares, músicos, …e incluso, curas. Hoy Arroyo de la Luz puede estar orgulloso de su otra “joya de la corona”, esto es, de su Instituto. Cinco décadas para la oportunidad de un pueblo de crecer en conocimientos, de moldear el alma y el corazón de tantos talentos y de recordar, particularmente, a ese profesor que –por encima de todos- no cejó en su empeño, sobre todo en los momentos más complejos, de que Arroyo contara con un instituto: don José, “el cura de san Antón”. A él, a todos los profesores y a todos los que un día estudiamos en nuestro instituto va dedicado este recuerdo, aunque queda mucho por dar. ¡Felicidades!
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Artículo escrito por Máximo Salomón Román “El Trovador de Arroyo de la Luz” en el blog Arroyo de la Luz Paisajes y Fiestas el 20 de octubre de 2018. Pulsa sobre el enlace para leer el artículo original y ver las fotos.
Aquella soleada tarde del mes de febrero de 1966 no tuvimos clase en las aulas. Los alumnos del Grupo Escolar de san Marcos( al que yo pertenecía), los del Pozo Hambre, los de las Escuelas Graduadas, así como los de las aulas de la Plaza, calle Larga y Olleros nos encontramos en las inmediaciones del Río Pontones. Imagino que los alumnos del Colegio de las monjas hicieron lo mismo. ¡Van a hacer un instituto! Se decía en todos y cada uno de los lugares de Arroyo. Seguro que hasta en Malpartida que, durante mucho tiempo, peleó por el tan ansiado centro. Aquello era toda una novedad para muchos de nosotros. Ver en los pizarrosos aledaños del Pontones un macroedificio era todo un sueño. Allí estaban todas las fuerzas vivas del momento, el señor alcalde don Julián Olgado, el Delegado de Educación, don Daniel Serrano, el Magisterio en pleno… y don José Cordovés (párroco de san Antón), por ser a esa feligresía a la que pertenecían los terrenos del centro a construir. Así pues, se procedió a la colocación de la primera piedra del futuro instituto. La obra duró dos años pero el precio a pagar fue, en principio, una total dependencia del Instituto “El Brocense” de Cáceres, esto es, una ramificación más de aquél construido unos años antes (1965, aunque con una antigüedad de 175 años) .El compromiso de la administración era facilitar que se estudiara el Bachillerato Elemental (de 1º a 4º, reválida incluida) en nuestro pueblo. Ello era cantera de alumnado para su incorporación al edificio de Cáceres a la hora de cursar el Bachiller Superior (5º y 6º) y COU.
Por fin, en el curso 1968-69 comenzó a funcionar como Sección Delegada del citado instituto. El director del Brocense que en aquella época era el antiguo Delegado, Daniel Serrano, lo era, también en Arroyo; aunque para gestionar nuestro edificio se nombraba a un Delegado-Jefe de Estudios. En los dos primeros cursos la elección recayó en doña Angelines Fuertes; los dos siguientes en don Antonio Muñoz. Posteriormente, don Enrique García Carrasco y don César González Valverde, respectivamente.
En los primeros días de octubre se abrieron las puertas del instituto. Aquello era una novedad. Todo el mundo quería estudiar. Como algunos alumnos ya se habían iniciado en los estudios de Bachillerato Elemental por libre, o bien de forma oficial en algún centro de la capital, hubo que habilitar algún aula para ellos. El resto serían aulas para Primer Curso. Creo que fueron cuatro para los chicos y dos para las féminas, en lo que se refiere a primero. Eso sí, el ideario del Régimen seguía siendo: “los niños con los niños y las niñas con las niñas”. Por tanto, en aulas separadas. Pero no todo el alumnado era de Arroyo. Para la ubicación del Instituto se había elegido nuestro pueblo por su situación geográfica. Al mismo llegaron alumnos de Navas del Madroño, Aliseda, Brozas ,Malpartida y de la Estación de Ferrocarril de Arroyo-Malpartida (que entonces estaba en su mayor apogeo) que venían, de una u otra manera, a engrosar las listas.
Eran tantas las ganas que tenían algunas familias de que sus hijos asistieran al recién inaugurado y flamante Instituto que no obedecían a razones. Según la normativa vigente, diez años era la edad mínima para iniciarse en el Bachiller Elemental. Y se podía hacer por dos vías: la primera suponía aprobar una prueba de ingreso; la segunda, tener aprobado cuarto curso de la antigua Enseñanza Primaria. Cierto es que el boom del instituto atrajo alumnos desde los curso superiores (5º, 6º…) quienes se incorporaron a Primero de Bachiller con, al menos, dos años de desfase. Pero a nadie se le ocurrió hacer una prueba previa y matricularles directamente en 2º. En fin, que muchos vivieron de las rentas de la escuela. Ese desfase originó en algunas familias la polémica con los maestros de turno, toda vez que se pensaba más en la edad mínima exigida que en el hecho de tener aprobado Cuarto Curso. Así, por su cuenta y riesgo, se aventuraron a sacar a sus hijos de la escuela e intentar matricularlos en Bachillerato. Al final, hubieron de regresar a la propia escuela, cabizbajos y muertos de vergüenza.Y es que en aquella época no se promocionaba sino se aprobaba, o sea, que en un cuarto (edad lógica, nueve años) podía haber alumnos con un desfase de tres años.
De otro lado, cabe señalar que un buen número de alumnos, sin recursos para estudiar, se iniciaron en los estudios de Bachillerato Elemental gracias a la puesta en marcha de la Obra Social del Patronato de doña Magdalena Orozco(ubicado en Arroyo) que concedió tras examen y buen expediente un número de becas significativo para la época(creo que fueron diez)y que permitió estudiar a los hijos de las familias menos pudientes.
Aunque yo soy de la tercera promoción, recuerdo a muchos alumnos de la primera y que iniciaron el Bachiller; así mi entrañable amigo Félix Bernal Parra, a mi hermano Julio, a Jesús García, Francisco Lozano, Julio Castaño Carrasco, Lorenzo Morato, Fernando Cáscales, Felipe Holgado Morejón, Lorenzo Pérez Collado, Manuel Montero, Cabezalí, Antonio Flores ,Francisco Macías Barroso, Juan Lucio Ramos, Daniel, Carrasco…Maribel Rodríguez o Pepi Carrero, Josefina Paniagua…En 2º, Francisco Giraldo, Emilio Durán, José Luis Solano…
En mayo de 1970 algunos alumnos de 5º de Primaria(los chicos de la clase de don Eusebio y las chicas de la clase de su hermana, doña Valentina) tuvimos la oportunidad de realizar un examen (se realizó en el Colegio Delicias de Cáceres, antiguo Perejil) para optar a una beca del MEC que nos permitiera comenzar el Bachillerato. Algunos la conseguimos, aunque la cuantía era muy escasa (una ayuda de libros de 4.000 pesetas, unos 24 €) y la matrícula gratuita. Nos obligaba a no suspender asignatura alguna.
En el curso 1970-1971 comenzamos a estudiar los de la Tercera Promoción (nacidos en el 59 y 60). Ya se había producido la criba en los dos cursos anteriores. Y nosotros, con agravio comparativo, fuimos empujados por la nueva Ley de Educación, esto es, la EGB. Por tanto, la última promoción de todo; al acabar 1º de Bachiller, este desapareció, al acabar 2º, también desapareció. Lo mismo aconteció con 3º y con 4º. La reválida de 4º ya no era obligatoria. Es más, hubo alumnos que no aprobaban un curso y, obviamente, al desaparecer el mismo hubieron de retornar a la escuela para , al menos, sacarse- como se decía entonces- el correspondiente Certificado de Escolaridad (exigía haber estado seis años escolarizado, como mínimo). Y como nuestro Instituto se había proyectado únicamente para estudios de Bachillerato Elemental, y este tenía los días contados, a alguien se le ocurrió la descabellada idea de convertirlo en un Colegio Nacional (aún no se utilizaba el término Público) de Educación General Básica. De haber seguido la idea adelante nuestro pueblo lo hubiera lamentado, sobre todo, por la imposibilidad para muchos de nosotros de seguir estudiando.
Fue entonces, a partir de 1972 cuando el Claustro de Profesores y en su representación el párroco de san Antón D. José Cordovés, profesor de Religión, inició las gestiones para que la Sección Delegada se independizase de la capital y se convirtiera en Instituto de Bachillerato, evitando el proyecto que pretendía convertirlo en el citado Colegio Nacional . En dichas gestiones colaboró también nuestro paisano, el filósofo D. Pedro Caba Landa, el Ayuntamiento de Arroyo de la Luz, el Gobernador Civil de Cáceres, D. Valentín Gutiérrez Durán (vecino de Garrovillas), los procuradores en Cortes D. Martín Palomino Mejías y D. Felipe Camisón y el Inspector Jefe de Enseñanza Primaria D. Francisco García Carrasco, natural de Arroyo e hijo del ilustre maestro D. Florencio García Rubio. Así, el 18 de mayo de 1972 una comisión compuesta por D. Julián Olgado, alcalde de Arroyo, los concejales D. Justiniano Sánchez de la Calle(Director de Primaria) y D. Luis Martínez Sierra; D. José Bañegíl, presidente de la Asociación de Padres, y D. José Cordovés, visitó al Delegado Provincial de Educación solicitando su colaboración para conseguir que por fin la Sección Delegada se convirtiera en Instituto. Tres años después, es decir, el primer día de nuestra feria, el 12 de septiembre de 1975,la Sección Delegada gozaba de autonomía propia y se convertía en el Instituto “Luis de Morales”.
Regresando a los años del Bachiller Elemental es interesante reseñar que el horario era de lunes a sábado, con algunas tardes incluidas. El sábado fue reinventándose en jornada dedicada al deporte, o bien, a actividades de dibujo, salidas, etc.
En cuanto a los profesores más significativos de esa etapa destacaron Antonio Muñoz (Matemáticas) Angelines Fuertes (Ciencias), Enrique García Carrasco(Geografía e Historia), Abelardo Ibáñez (Dibujo y Trabajos Manuales),Remedios (Lengua) Concha Matas (Francés), Don José Cordovés (Religión), Luis Martínez (Educación Política) y don Joaquín Plata (E. Física). Durante los cursos siguientes fue cambiando el profesorado. Llegaron Manuel Navareño (E. F.), Félix Candela (Naturales). María Isabel (Bele,q.e.p.d.), Marcelino (Matemáticas). Como anécdota de este periodo quiero resaltar que el profesor de Ciencias Naturales (Félix Candela), con el fin de que aprendiéramos mejor el “cuerpo humano” tuvo la ocurrencia de llevarnos al Castillo, en el que todavía quedaban nichos del antiguo cementerio, muchos de ellos profanados.(algunos estábamos hartos de jugar en ese lugar). Y comenzó a sacar cráneos, cúbitos, tibias…¡una auténtica clase” in situ”!. Un compañero de la clase de Segundo, Pablo Terrón Bermejo (cariñosamente “Pelele”) se clavó una punta oxidada de un ataúd. Y tuvieron que administrarle la antitetánica. Ese mismo año, la profesora de Lengua “Bele” organizó un concurso entre chicos y chicas sobre conocimientos de la asignatura. Nuestro capitán de equipo era José Luis Cabeza Parra. La capitana de las chicas, una tal María, de la estación des Arroyo. Como es lógico, ganaron las féminas.
De los compañeros de los pueblos vecinos que estudiaron en nuestro instituto, tal vez recuerden a Bruno, Joaquín, Inés y Juan Galán, todos de las Navas, Felipe, Bejarano,Pepe, Jesús Madera, Luis Manuel, Juan Carlos, Delia y Esther Martín Cabezalí, de Aliseda, Felipe, Benito, Juan Carpa y Paco González de Malpartida, Geni, Vicente Gómez Maya y Miguel Ángel de la Estación.
Las aulas de las chicas estaban situadas en el ala este, es decir, más próximas al río; la de los chicos en el ala oeste. La limpieza general corría a cargo de Eloísa que, a veces, mandaba más que todo el profesorado junto.
A partir de Tercer Curso mucha gente se fue descolgando. Nuevas materias como el Latín que nos daba César, Física y Química (Tirso Moreno), Francés (Manuel Iglesias, el gallego), o E. Física (José Fragoso). Don José Cordovés, profesor de Religión, ya había desistido de los tradicionales y casi obligatorios ejercicios espirituales previos a la Semana Santa; pero solíamos ir a la fiesta de san Antón (17 de enero) a cantar la misa, alguna vez acompañados de la guitarra de don Tirso.
En la fiesta de santo Tomás de Aquino (a finales de enero) organizábamos en el desaparecido gimnasio situado en la planta baja el baile disco, más parecido a un guateque que otra cosa, aunque fueentonces cuando algunos empezamos a conocer profundamente a los Beatles, gracias a que un alumno, Javier Collado (el suave) nos proporcionaba los discos del grupo inglés. En otros momentos contábamos con algún single de aquellos que regalaba la firma “Mirinda”. Javier Collado, hoy íntimo amigo de Pérez Reverte («La reina del sur»), era un auténtico enamorado de los aviones (hoy trabaja como piloto de helicópteros en el Estrecho). Disponía de unos aviones, que funcionaban con combustible (gasolina o gasoil) que manejaba con hilos, y con los que nos deleitaba en el patio del instituto. Un auténtico crack.
En el curso 1974-1975 con motivo de la eliminación de los cuatro cursos de Bachiller Elemental,y toda vez que aún los alumnos de la EGB estaban en octavo, se planteó la posibilidad de cerrar el instituto (éramos poco más de cien alumnos puesto que únicamente se cursaba Bachiller Superior y COU se hacía en Cáceres). Peligró su continuidad. Pero el entonces Presidente de la Asociación de Padres de Alumnos, don Santos Salomón, (ATS de la localidad) hizo todas las gestiones oportunas para lograr que no se cerrara.(Incluso don José Cordovés escribiría una carta a las altas instancias del ministerio de educación) Se necesitaba, además, la autorización por parte de la administración educativa para contar un curso de COU, solicitud que fue aceptada. Y por supuesto, cursos mixtos. Contábamos, pues con seis curso (5º,6º y COU), tres en cada especialidad (entonces, Ciencias y Letras). Ese año era César González el Director.Teníamos como compañeros a alumnos foráneos, de pueblos como Salorino (Vicenta) o Membrío (Antolina, Fermina Tejero , Vicenta Anduro…), de Navas como Leonardo Moreno(Capi), de Llerena , como Ángel Luis Millán y de Brozas como Francisco Fernández o Tato(en Brozas únicamente se estudiaba Bachiller Elemental).
Al año siguiente cursábamos sexto, Desaparecían dos quintos pero se incorporaban dos curso de 1º de BUP, con la implantación del nuevo sistema educativo. EL Bachillerato Unificado Polivalente (BUP) que se iniciaba, por suerte con el post-franquismo, aumentaba en un curso el antiguo Bachiller Superior. La continuidad estaba garantizada.
Con motivo de las obras de construcción del nuevo edificio de Primaria del Cerro de los Ángeles que se inauguraría, a principios de los ochenta, el Colegio Ntra. Sra. de la Luz, con el entrañable don Joaquín Plata, como director solicitó la tercera planta del instituto que, con carácter provisional le fue concedida. Por allí pasaron, desde el curso 1975 hasta 1980, maestros tales como Ladislao Reviriego, Justo Cardador, Piliar Castanedo, Ángel Rodríguez, Emilio Gutiérrez, Antonio Estévez…
El 12 de septiembre de 1975 teníamos instituto propio. Faltaba el nombre. Se incorporó como Director D. Juan Castell. Se barajaron varios nombres. Recuerdo los de Fray Luis de Granada y Divino Morales. Al final se optó por el actual “Luis de Morales”. Profesores de aquella etapa fueron Tirso, César, Maribel (nos daba Historia, Latín y Griego), Mariano, Bele, Miguel, José Antonio Clemente. Estaba de administrador José Antonio Calderón.
En la fiesta de Navidad, Vicente Tato llevaba su guitarra y nos cantaba canciones de Paco Ibáñez (nos aprendimos de memoria “A galopar”), de Víctor Jara (“Te recuerdo Amanda”).
Hortensia Leo nos deleitaba con su guitarra cantando “El Arriero”. Maxi (pelín), Lucio (carbonilla), Javier Lozano y Jesús (cabezudalia) con su payasos de la tele, o con su juicio a la vaca, marcaban la diferencia. Un compañero de Aliseda (Picado) hacía estupendas imitaciones de Félix Rodríguez de la Fuente y de Alfonso Sánchez (director cinematográfico). Y, Fernando Clemente, Cándido Moriche y unos cuantos más lograban los primeros éxitos en Voleibol, de la mano de José Fragoso. Luis Marchena lograba la primera medalla en atletismo para nuestro centro, en la Carrera celebrada en Casar de Cáceres.
El próximo curso 2018-2019 se cumple, por tanto, medio siglo de nuestro instituto, el centro que nos permitió a muchos arroyanos iniciarnos en estudios que, a la larga, marcarían nuestro modus vivendi, nuestro futuro y el de una sociedad arroyana más culta y preparada. Y todo, gracias al esfuerzo de todos aquellos que lucharon, de una u otra manera , para hacer realidad ese sueño : tener Instituto.
Esta fue, a grandes rasgos, la historia sociológica de nuestro instituto en su primera década, vista por uno de sus alumnos. La relación posterior con el Centro vendría, aparte de por la enseñanza de Matemáticas, Física o Química, a los nuevos alumnos (con carácter particular), por la docencia durante nueve años a mis alumnos de Arroyo que, a la postre estudiarían en el Instituto de Arroyo de la Luz.
(Dedicado a todos aquellos que hicieron posible el Luis de Morales).